11/23/2014

Fiesta de Cristo Rey _ Reflexion de Scott Hahn

Cristo Rey 
El año de la Iglesia termina esta semana con una visión del fin de los tiempos. La escena en el Evangelio es cruda y resuena con los ecos del Antiguo Testamento.
  
El Hijo del Hombre es entronizado sobre todas las naciones y los pueblos de todos los idiomas (ver Daniel 7: 13-14). Las naciones se han reunido para ver su gloria y recibir su juicio (ver Isaías 66:18; Sofonías 3: 8). El Rey es el divino pastor Ezequiel prevé en la primera lectura de este domingo, a juzgar como el pastor separa las ovejas de las cabras.
  
Cada uno de nosotros será juzgado sobre nuestro desempeño de las simples obras de misericordia que escuchamos en el Evangelio.
  
Estas obras, como Jesús lo explica hoy en día, son reflejos o medidas de nuestro amor por Él, nuestra fidelidad a su mandamiento de amar a Dios con toda nuestra fuerza y nuestro prójimo como a nosotros mismos (véase Mateo 22: 36-40).
  
Nuestra fe está muerta, ....
sin vida, a menos que se exprese en obras de amor (ver Santiago 2:20; Gálatas 5: 6). Y no podemos decir verdaderamente amamos a Dios, a quien no podemos ver, si no amamos a nuestro prójimo, a quien podemos (ver 1 Juan 4:20).
  
El Señor es nuestro pastor, como cantamos en el salmo de este domingo. Y vamos a seguir su ejemplo, a imitar su ejemplo (véase 1 Corintios 1:11; Efesios 5: 1).
  
Sanó a nuestra enfermedad (Lucas 6:19), nos ha liberado de la prisión del pecado y de la muerte (ver Romanos 8: 2,21), los que una vez fueron extraños a su pacto (ver Efesios 2: 12,19) dio la bienvenida. Él nos viste de bautismo (ver Apocalipsis 3: 5; 2 Corintios 5: 3-4), y nos alimenta con la comida y la bebida de su propio cuerpo y sangre.
  
En "el final", y de nuevo vendrá a entregar su reino a su Padre, como dice Pablo en la Epístola esta semana.
  
Esforcémonos por ser seguirlo por el sendero justo, que este reino podría ser nuestra herencia, para que podamos entrar en el reposo eterno prometido para el pueblo de Dios (Hebreos 4: 1,9-11).