1/13/2016

Comunión y Comunidad

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Comunión y Comunidad
      Padre Jordi Rivero, 08/04/2015

El anhelo más profundo de nuestros corazones es vivir en comunión con otros: ser conocidos, comprendidos y amados y también conocer, entender y amar a los demás. Anhelamos comunión con otros porque Dios, que es comunión de personas, nos creó a Su imagen, para ser UNO con Él y con nuestros hermanos y hermanas.

Cristo el Amado
Nuestro deseo principal es entrar en comunión con alguien que pueda satifacer nuestro anhelo más profundo; alguien que, conociendo nuestro quebrantamiento y fealdad, todavía nos ame y atesore; una persona con la que podamos ser lo que somos y que nos ayude a sanar y desarrollar todo nuestro potencial; una persona que pueda saciar nuestra sed de amor, de verdad y de comprensión. Esta persona es Jesús. Cualquier otra relación, si no está enraizada en Cristo, resultará ser insuficiente. Nuestras heridas y pecados, así como las de los demás, impiden que la comunión sea profunda. Nuestra alma anhela el amor perfecto que es Dios.

Soltar Nuestro Control
Escuchar que Cristo nos ama no es suficiente. Es necesario responder y entrar en la experiencia de ese amor. Es cierto que Cristo nos ama aun si no respondemos, pero El espera nuestro permiso para tomar posesión de nuestras vidas. Solo entonces la comunión con Él es posible. Un hombre no puede casarse con una mujer, no importa lo mucho que la ame, a menos que ella responda a su amor. Jesús, el Novio está esperando y tiene sed de nuestro amor.
Podríamos pensar que es fácil responder al amante perfecto. Incluso podríamos pensar que estamos respondiendo, cuando en verdad sólo estamos cumpliendo pero sin poner el corazón. El problema es que tenemos miedo de entregar nuestro control, incluso al Señor, pues le tenemos miedo. Tenemos miedo de un amante tan radical como Él, que muere en la Cruz por amor. Tememos que Él nos lleve allí. Como Pedro, creemos que lo amamos con todo el corazón, pero cuando somos probados, nos distanciamos de Él.


Cristo es Cabeza y Cuerpo
Solos no podemos tener comunión con Cristo. Necesitamos comunión con Su Cuerpo. "Si alguno dice: ´Amo a Dios´, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve" (1 Juan 4:20 ). Cuando Cristo es nuestra vida, lo vemos en cada persona y en la comunidad. Es únicamente en comunión con los nuestros hermanos que podemos ir profundo y descubrir la verdad sobre nosotros mismos, ser perdonados y sanados.

Familia e Iglesia
La primera fundamental donde Dios nos pone es nuestra familia. San Juan Pablo II la llamó "Iglesia doméstica". Es principalmente en nuestra familia donde somos conocidos, entendidos y amados, entrando así en comunión y madurez.  Sin embargo, también necesitamos de una familia espiritual mayor para crecer hacia la plenitud en Cristo. Esa comunidad es la Iglesia, Cuerpo de Cristo, fuente de vida de todas las familias. Sin la Iglesia la familia se empobreece y sucumbe ante el mundo.

Comunidades de Alianza
Las Comunidades de Alianza son parte de los "movimientos eclesiales" de la Iglesia Católica. Según el Cardenal Ratzinger (Benedicto XVI), sus raizes se remontan al Siglo IV. Los movimientos eclesiásticos buscan vivir "una forma integral de Cristianismo, una Iglesia que es obediente al Evangelio y que lo vive" -Cardenal Ratzinger. EMTR>>>.
¿Cuál es la diferencia entre una comunidad de alianza y un grupo que se reúne para rezar o para hacer un ministerio? Los miembros de una comunidad de alianza no solo hacen algo juntos sino que entran en una alianza, es decir, se comprometen con Dios y entre sí a caminar juntos en Cristo como una familia, de acuerdo con el carisma de la comunidad.

En comunidad encontramos comunión cuando abrimos nuestros corazones los unos con los otros, para conocernos y ser conocidos, para entender a los demás y para ser entendidos, para amar y para ser amados.  Esto significa que pasamos de la teoría a la práctica y que podemos perseverar juntos a través de desafíos, alegrías y  sufrimientos.

El Señor da a cada comunidad su espiritualidad para vivir el Evangelio y llevar a cabo su misión como miembros de la Iglesia. Por ejemplo, la espiritualidad de la Comunidad Amor Crucificado es el Camino de Union con Jesús Crucificado, para ser víctimas con la Víctima, ser la novia unida con el Novio en Su pasión.

¿Por qué tener movimientos y comunidades si ya tenemos la Iglesia y las parroquias? El Cardenal Ratzinger escribe:

El movimiento hacia un seguimiento de Cristo incondicional no puede ser totalmente fusionado con la Iglesia local. ... La comunidad monástica que fundó Basilio, se asemeja, según Gribomont, a una especie de levadura: un "pequeño grupo para la vitalización de la totalidad"; el no duda en llamar a Basilio "el padre fundador no sólo de las órdenes de enseñanza y hospitalarias, sino también de las nuevas comunidades sin votos". Ratz, EMTR>>>.

Hay una estructura básica y perdurable de la vida de la Iglesia, que se expresa en la continuidad de su estructura institucional a través de la historia. Y hay las siempre nuevas irrupciones del Espíritu Santo, que continuamente revitalizan y renuevan esa estructura. Ratz, EMTR>>>.

El despertar Franciscano en el siglo XIII, probablemente ofrece el ejemplo más claro de lo que es un movimiento: los movimientos generalmente derivan su origen de un líder carismático y toman forma en comunidades concretas, inspiradas en la vida de su fundador; tratan de vivir el Evangelio de nuevo, en su totalidad, y reconocen a la Iglesia sin titubeos como el fundamento de su vida sin la cual no podrían existir. Ratz, EMTR>>>.

El Papa Benedicto XVI dijo a los miembros de los Movimientos Eclesiales y las nuevas comunidades:
En las distintas épocas, el Cristianismo ha sido comunicado y difundido gracias a la originalidad de vida de las personas y comunidades capaces de dar un testimonio incisivo de amor, unidad y de alegría. Esta fuerza ha puesto a un gran número de personas en "movimiento" de generación en generación. ... Hoy en día, los Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades son un signo luminoso de la belleza de Cristo y de la Iglesia, su Esposa. Ustedes pertenecen a la estructura viva de la Iglesia. Ratz, EM>>> 

El Cardenal Ratzinger vio los Movimientos Eclesiales como una obra del Espíritu que debe ser recibida con gratitud y discernimiento:

Los Movimientos apostólicos aparecen en formas siempre nuevas en la historia-necesariamente es así, porque son la respuesta del Espíritu Santo a las situaciones cambiantes en que vive la Iglesia. Así como las vocaciones al sacerdocio no pueden ser producidas artificialmente, ni pueden ser establecidas por imposición administrativa; mucho menos pueden los Movimientos ser establecidos y  sistemáticamente promovidos por la autoridad eclesiástica. Tienen que ser dados como un regalo, y se dan como regalo. Nosotros sólo debemos estar atentos a ellos. Utilizando el don de discernimiento, solo debemos aprender a aceptar lo que es bueno en ellos y desechar lo que es malo. ... la Iglesia siempre ha logrado encontrar espacio para todos los grandes nuevos "despertares" del espíritu que emergen en medio de ella. Tampoco podemos pasar por alto la sucesión de Movimientos que han fallado o que llevaron a cismas dolorosos. Ratz, EMTR>>>.

Según San Juan Pablo II “´Los Movimientos eclesiales´... representan un verdadero don de Dios para la nueva evangelización y para la actividad misionera". (Carta Encíclica Redemptoris Missio, n. 72).

La Dimensión Personal
La luz que recibimos de hermanos y hermanas que están arraigados en la fe y comprometidos a decirnos la verdad con amor, nos capacita para hacer nuestras propias decisiones con conocimiento de Dios y de nosotros mismos,

Llegar a ser una comunidad y el crecimiento de la misma, no excluye la dimensión personal, y de hecho la exige. Sólo cuando la persona es impactada y penetrada por Cristo hasta lo más profundo de su ser, es que otros también pueden ser tocados en lo más íntimo del ser; sólo entonces puede haber  reconciliación en el Espíritu Santo; sólo entonces puede crecer una verdadera comunidad. -Cardenal Ratzinger >>>

Superando las dificultades.
Queremos la comunión con Jesús pero tenemos miedo de entrar en Comunidad, sin embargo estas dos realidades no pueden separarse. La comunidad es donde la comunión se puede realizar.
Pero todos hemos sido heridos en las relaciones personales y tenemos miedo de ser heridos de nuevo. Vemos la comunidad como un riesgo que puede terminar demostrando que el amor que anhelamos no es realmente posible. Cuando las relaciones de la comunidad nos hacen sufrir, como inevitablemente ocurre, la tentación es huir de ella. Entonces tratamos de justificarnos diciendo que la comunidad no es necesaria.

Las comunidades tienen que fomentar una solida identidad Católica y estar atentas a lo que el Espíritu está haciendo en la Iglesia. Los miembros de comunidades de alianza, al igual que todos los Católicos, pertenecen a parroquias y sirven en los ministerios según su vocación se los permite.

Del mismo modo, las Comunidades necesitan estar al servicio de las familias para que tengan el apoyo de hermanos que están viviendo profundamente la vida de Cristo. La vida familia y sus eventos normalmente tienen prioridad sobre los de la Comunidad.

Jesús nos llama a seguirlo a la Cruz. Él nos enseña que el amor significa estar dispuesto a sufrir por los demás. Es cierto que ser Comunidad es difícil y podemos ser lastimados, pero también es en Comunidad que encontramos, a menudo a través del sufrimiento, sanación y esperanza. Si permitimos que el miedo nos impida ser Comunidad, caemos en la mentira que nos dice que podemos tener comunión sin  Comunidad real. Entonces diluimos el significado de Comunidad hasta el punto de que cualquier agrupación de personas es llamada "Comunidad".

A medida que la marea del secularismo y de odio por Cristo vaya en aumento, se hará más evidente la necesidad de Comunidades cristianas donde el Señor reúne a Su remanente fiel, para formarnos y protegernos y hacernos Sus testigos. El Papa Francisco escribió:

Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. -Evangelii Gaudium, n.49